En los últimos días ha surgido una marea de filtraciones que están agitando el panorama político internacional de una manera que me sorprende. Pero lo que aún más me sorprende es que se agite la sociedad, cuando lo que han "destapado" esos documentos confidenciales de Wikileaks, eran asuntos de dominio público. "Zapatero es un político cortoplacista y de políticas zigzagueantes", "El Rey Juan Carlos es una persona íntegra y digna de admiración", "A Berlusconi le importan más sus fiesta que Italia", "Vladimir Putin, ese hombre machista y autoritario sigue dirigiendo en la sombra el país ruso","Hay secretas connivencias entre Estados Unidos y otros países árabes para detener a Irán y vende miles de millones de armas a los países del Golfo". En fin, estas consideraciones particulares y otros tejemanajes que están copando las pantallas de los telediarios de medio mundo.Las reacciones, van desde la sorpresa de algunos ingenuos a la indiferencia que crea en algunos políticos. "Quieren desestabilizar el mundo, no vamos a caer en ese juego", se excusan. Y siguen pidiendo que bajo el secreto de Estado se custodien las mayores canalladas. Algunos, han tenido la desfachatez de que esto es "un atentado a la soberanía de los estados", cuando el atentado de los estados, que ignoran al pueblo soberano, es actuar como actúan bajo cuerda.
Cuestiones que todo el mundo debería saber por boca de sus propios políticos, y que aunque son intuidas de facto, nadie se atreve a soltar de iure. La sorpresa y el revuelo no lo causan estas noticias. La mayoría eran ya conocidas o, al menos, intuidas. El revuelo lo causa que la fuente sea oficial. Gubernamental. Política. Un claro ejemplo del oscurantismo y la doble moral que siempre los mueve. Pensar una cosa y decir otra de cara a la galería. Salen una vez pensamientos sinceros de un gobierno y nos llevamos las manos a la cabeza. ¡Cómo no será la situación que ya lo que nos asusta es la verdad!


